El fin común: “el bien de la humanidad”

 

Por Iñaki Apezteguia, docente y comunicador cripto


La evolución de las monedas digitales incluye un proceso cíclico de corrección de precios y purga de proyectos, donde los que tienen propuestas más sólidas, son sostenibles en el tiempo. Ya hemos visto años anteriores, donde en los primeros lugares de capitalización de mercado, había proyectos que con el tiempo desaparecieron. Lo mismo pasa ahora y va a seguir pasando. Bitcoin, Ethereum, Polkadot, y varios proyectos más, considero serán que los que crecerán en adopción con el tiempo y perduraran, por su grado de innovación y madurez tecnológica. No solamente como nuevas formas de dinero sino como vehículos para descentralizar otros procesos de la economía real.

El sector avanza hacia una maduración de la tecnología: en sólo doce años ha generado a nivel de capitalización un market gap importante pero todavía muy lejano a lo que tiene que ver con el market gap de otros activos ya sea derivados oro o bienes raíces. En ese sentido va a seguir generando captación de capitales o flujo de capitales pero, no solamente para desarrollar lo que tiene que ver con la faceta financiera del sector de las criptomonedas, sino asimismo a la posibilidad de generar valor por sobre un montón de procesos que todavía tienen un sesgo muy centralizado llámese identidad de las personas, trazabilidad de alimentos, logística, generacion y distribucion de energia y muchos otros campos que todavía están dominados por poderes concentrados o por concentración derivada en empresas o gobiernos. 

Se espera que el sector se integre con otras tecnologías: soluciones de base centralizada que van a comulgar con la IA, la robótica, la ingeniería aeroespacial, el cloud computing y todas las tecnologías que corresponden a esta cuarta revolución industrial.

Hasta ahora no más del 5% de la población mundial, según distintas fuentes. Queda mucho por educar en los distintos niveles: desde la población hasta actores sociales y dirigentes, responsables de toma de decisiones en gobiernos, sectores corporativos bancarios, empresariales u ONGs.Y no sólo empezar a educarse sobre cripto y sino sobre las tecnologías acerca de las que se basan las cripto y no dejarse llevar únicamente por el sesgo financiero que tiene el sector sino, justamente, la posibilidad de generar herramientas que pretendan o que generen espacio de libertad para transferir valor y que realmente sobre eso se construyan soluciones que persigan el fin común: “el bien de la humanidad”."


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